NUEVO ARTÍCULO

Publicado el 25.11.24
Proteger a los profesionales de la salud de la exposición a la radiación en los laboratorios de radiología intervencionista (IR) y cateterismo cardíaco (CCL) no es únicamente un requisito regulador, sino también un imperativo moral. Un reciente estudio internacional, titulado "Radiation Safety Practices in Interventional Radiology: A Global Survey" y publicado en el Journal of Medical Imaging and Radiation Sciences, pone de relieve las alarmantes deficiencias en los protocolos de protección radiológica a nivel mundial.
 
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23.06.20
El problema: brechas significativas descubiertas por la investigación global
El estudio, que encuestó a 130 profesionales de la salud en los cinco continentes, reveló que solo el 53% había recibido formación formal en protección radiológica. Aún más preocupante fue la disponibilidad y el uso inconsistentes de equipos de protección esenciales:

Falta de equipo: Muchos departamentos no contaban con herramientas básicas de protección radiológica, como guantes de plomo.

Uso inconsistente: Incluso cuando el equipo estaba disponible, el uso inadecuado o la negligencia dejaron al personal vulnerable.

Estas deficiencias no solo aumentan el riesgo de problemas de salud inducidos por la radiación entre el personal médico, sino que también reflejan problemas sistémicos más amplios en la capacitación en seguridad y la aplicación de protocolos.

La solución: implementar medidas integrales de seguridad radiológica
Abordar estos problemas críticos requiere un enfoque multifacético:


Sesiones de capacitación regulares: Programas de educación continua para mantener al personal actualizado sobre las últimas prácticas de seguridad.

Acceso a equipos de protección: Invertir en equipos de protección ergonómicos y de alta calidad y garantizar su disponibilidad.

Protocolos robustos: Desarrollo de directrices estrictas para el uso de equipos y técnicas que minimizan la radiación.

Monitoreo y auditoría: Controles de rutina sobre los niveles de exposición a la radiación y el cumplimiento de las prácticas de seguridad.

Al adoptar estas estrategias, los centros de atención médica pueden fomentar una cultura de seguridad que proteja sus activos más valiosos:
Las personas, nuestras vidas.


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